El aporte de las ciencias sociales es sustantivo en estos diagnósticos ya que se insertan en distintas líneas de trabajo, como la conservación ambiental, el combate a la pobreza, proyectos con sectores vulnerables como mujeres, indígenas jóvenes.

Un Estado minimalista. Tomando como referencia algunos estudios de sistematización (Sandoval:2014) la Planificación del desarrollo rural ha sido concebida e impulsada desde el Estado en sus variantes en el desarrollo del capitalismo periférico que caracteriza América Latina. La tendencia apunta a una creciente disminución del papel del Estado en esta función. Ello se asocia a la recomposición del capitalismo en la región. Se distinguen procesos de expansión geográfica del capitalismo y una reconfiguración espacial y territorial. Ello está asociada a un retorno al mundo rural para expoliar el sector primario exportador de materias primas (Coraggio:2018) Se registra un alto impacto en ecosistema rurales por macroproyecto mineros y una ampliación de los mercados de tierra en toda la región.
Es evidente un retroceso en derechos sociales, alto endeudamiento, ausencia de soberanía, predominio del capital financiero. Desde el punto de vista de la macroeconomía es sensible el abandono de la producción del trabajo asalariado como principio de integración en el Siglo XX. Desde el punto de vista sociológico esta suma de eventos aumenta la desigualdad, la polarización y exclusión sociales. El Estado neoconservador sin abandonar su raíz neoliberal acude a las políticas paliativas de alivio a la pobreza, minimizando el gasto público con severos recortes presupuestarios. Los Estados de la región asumen los enfoques promovidos por los organismos financieros internacionales para focalizar a los sectores más pobres a través de subsidios y transferencias monetarias.

¿Hay espacio para proyectos alternativos?
Desde una lógica de impugnación a estas estructuras de dominio del mundo rural, cabe la pregunta ¿hay espacios para lo alternativo? El sustento de la experiencia que aquí presentamos, bajo este enfoque de la gestión social de los territorios, es una afirmación que lo alternativo también existe y que se puede recrear desde el ámbito del territorio local.
Para recorrer este camino se debe partir que el surgimiento de un proyecto alternativo, desde lo popular, depende de ganar autonomía relativa en su reproducción material y cultural. Esta alternativa depende de la constitución de un tejido social comunitario capaz de auto sostenerse y auto desarrollarse, no autárquicamente, sino en vinculación abierta con la economía capitalista y la pública. Esta gestión social de los territorios puede construirse como desarrollo a partir de una matriz social y económica dinámica y que debe incluir elementos sociales, organizativos, tecnológicos heterogéneos, pero complementarios. El Estado neoconservador sin abandonar su raíz neoliberal acude a las políticas paliativas de alivio a la pobreza, minimizando el gasto público con severos recortes presupuestarios. Los Estados de la región asumen los enfoques promovidos por los organismos financieros internacionales para focalizar a los sectores más pobres a través de subsidios y transferencias monetarias.

El aporte de la sociología
La experiencia desarrollada valida el papel de articulación que cumple la sociología en el desarrollo de la gestión social de los territorios. Es común el ejercicio de diagnósticos rurales participativos que marcan el inicio de un proyecto de desarrollo rural. Algunos son gestados desde las instituciones que ejecutan proyectos en la ruralidad panameña con la participación de ong’s o fundaciones. Estas últimas son las que prestan el servicio técnico, y en algunas ocasiones postulan a fondos públicos o privados de forma directa.
El aporte de las ciencias sociales es sustantivo en estos diagnósticos ya que se insertan en distintas líneas de trabajo como la conservación ambiental, el combate a la pobreza, proyectos con sectores vulnerables como mujeres, indígenas jóvenes. El valor y el papel del sociólogo aumenta si al concluir el proyecto se establece un seguimiento. Situación que no es frecuente. La realidad indica que concluido el proyecto el seguimiento es muy débil o no existe y el ciclo allí concluye.

Esta práctica produce desconfianza de las comunidades hacia estos proyectos. En otros casos refuerza la actitud clientelista de esperar para conocer y disfrutar de los beneficios materiales mientras dura el ciclo de este. De esta manera el saldo que dejan estas intervenciones, generalmente, es una dependencia hacia los actores externos sin que queden instaladas las capacidades locales para darle continuidad el proyecto. Es el enfoque asistencial que prevalece extendido en la ruralidad panameña.
Para combatir este rasgo negativo en la praxis rural, el sociólogo puede y debe jugar un rol que produzca cambios en este eslabón clave que es el seguimiento y/o la continuidad del proyecto. Por ejemplo, se puede y debe introducir desde el inicio del proyecto dos preguntas determinantes: ¿de quién es el proyecto? y ¿qué hará la comunidad o la organización al término de concluido el financiamiento del proyecto?
La dialéctica que encierran las respuestas a estas dos preguntas pone en perspectiva el desafío que debe tener cada proyecto de promover y asegurar el desarrollo de la capacidad organizativa de la comunidad. En ocasiones este elemento se redacta como propósito o alcance del proyecto sin que quede, en la mayoría de las ocasiones, plasmado el ¿Cómo? lograr este objetivo estratégico. Aquí reside el ámbito de acción del sociólogo como facilitador que contribuye desde un enfoque multidisciplinario a orientar, promover, construir este saber hacer. Es decir, aportar en definir el camino para producir las condiciones objetivas y subjetivas para el cambio social y la transformación de la realidad por parte de las comunidades al final de cada proyecto.

Otra historia es posible
Es también una lógica de acumular experiencias en el tiempo. Aspirar a cambios implica un proceso de acumulación de experiencias organizativas que fortalezcan la identidad de sujetos sociales que cuentan con una herramienta básica que es su propia organización comunitaria. A esto le llamamos gestión social de los territorios para el desarrollo rural. Desde lo local se construye un poder de impugnación a los poderes ocultos y visibles establecidos.
Es una concepción alternativa de un proyecto de sociedad nacida desde lo local comunitario, hacia lo regional y nacional, tomando las características para una organización social y política de los territorios. Esta espiral de acción y reflexión no la harán en solitario siempre que se identifiquen aliados o facilitadores que aporten en la promoción y articulación del sustrato de participación que habita en los territorios. Es un camino a lo alternativo desde lo local-rural, que puede aportar a destrabar el nudo de un estado centralista que fija su poder en zona de tránsito. Luego de 200 años puede ser el tiempo de producir rupturas para construir otra historia a partir de una organización social de los territorios en el interior de Panamá.

Pensamiento Social (PESOC) está conformado por un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.
El autor es sociólogo, Milton Martinez.

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